Dios… Y Ahora ¿Qué?
Dr. Iraida Amaro

 

Y todo lo que hizo Dios fue bueno. El plan de Dios fue siempre que todo lo que habitara en la tierra fuese bueno, pero no fue así. Lo cierto es que desde el principio el hombre retó a Dios, se cree autosuficiente, con derechos que no le corresponde, decide hacer el mal en vez del bien. Y es que lo bello de Dios ha sido darle libre albedrio al hombre para no forzarlo, porque si lo va a amar y a obedecerlo tiene que ser porque así lo desea, ha sido su decisión.

Dios nos ama desde el principio de la creación. Las generaciones están cambiando drásticamente alejándose de Aquel que nos amó y nos sigue amando. El tiempo actual es como las olas que van y vienen, y se deshacen en la orilla. Así está el hombre; va y viene y no sabe lo que quiere, se destruye a sí mismo. Vivimos en incertidumbre, en oscuridad, a lo bueno le dicen malo, y a lo malo bueno.

No hemos tenido ni un mes de paz desde que recibimos el 2020 donde la crisis, el día malo nos ha tocado la puerta. No ha habido descanso, nos hemos sentido desorientados, perdidos, frustrados, con incertidumbre. Ahora bien, aquí es el punto; todos hablamos de que esto es bíblico, otros dicen que es principio de dolores, y así cada cual da su propia opinión. Está demás decir que al fin y al cabo Dios tiene el control, Dios es soberano y nada ocurre sin ser permisible por El.

Dios…y ahora ¿qué? Terremotos, pandemias, inundaciones, fuegos, muertes, destrucción… Unos aprovechan las circunstancias para evangelizar, para llevar esperanza al caído, al necesitado, buscar presencia de Dios. Otros aprovechan las circunstancias para llenar sus propios egos, aplastar al necesitado, lucrarse de los débiles y hasta crear falsa imagen de los principios bíblicos.

¿Podríamos detenernos y ver con ojos espirituales qué Dios está esperando de nosotros? ¿Qué estamos haciendo, cómo estamos actuando, cuál es nuestra actitud, cuál es nuestro pensamiento?

Dios… y ahora ¿qué? HUMILLACION. Solo Dios está esperando que su pueblo se humille. No es la circunstancia, es cómo voy delante de Él. Es la acción y efecto de humillarse, (herir el amor propio, abatir el orgullo).

Cuando yo me humillo ante Dios, acepto y reconozco mi condición de lo que soy, cómo estoy y he hecho con respecto a lo que Dios dice que debería ser, estar y hacer. Un corazón contrito y humillado no lo despreciará Dios.

Dios… y ahora qué? “Todo estará bien, si me buscas de corazón”; dice Jehová. Es humillación, es búsqueda, es creer, es fidelidad, es intimidad.

No estemos a la expectativa, seamos parte del mover de Dios. Si avanzamos, Dios avanzará, si nos humillamos delante de Él, se abrirán las puertas del cielo a nuestro favor, porque será un pueblo, todos  buscando presencia para que Dios se mueva a misericordia y nos envié de su lluvia. “Escucha, cielo, que voy a hablar, atiende tierra a mis palabras. “Mi enseñanza caerá como la lluvia, mi discurso será como el roció, como llovizna sobre la hierba, como gotas de agua sobre el pasto. “Proclamaré el nombre del Señor: ¡reconozcan la grandeza del Dios nuestro! Él es nuestro protector: sus obras son perfectas, sus acciones son justas. Es el Dios de la verdad, en él no hay injusticia; ¡él es justo y verdadero! Deuteronomio 32:1-4

Dios…y ahora ¿qué? “Me humillo ante tu presencia”.